Del enhiesto corazón
desde tus ventanas
bajando a través de las ramas
alcancé a ver
los ecos que pueblan tu alma,
yo escuché entre suspiros
tu corazón mi nombre bramar
y escalando llegué a tu sien
y mi nombre al suspirar
volví a sentir
de tus adentros pronunciar,
y tanto me gustó tus adentros descubrir
que sin pensármelo dos veces
me quedé para siempre allí.
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